En los 102 años de existencia de la NFL solo un jugador ha perdido la vida en el terreno de juego. Su nombre era Chuck Hughes y el trágico suceso ocurrió en 1971 cuando el entonces receptor jugaba para los Lions, siendo uno de los sucesos más tristes y oscuros que ha vivido el fútbol americano.
Detroit y Chicago disputaban un encuentro de campaña regular el 24 de octubre de 1971 en el Tiger Stadium. Con poco más de un minuto restante por jugar el último periodo y con el marcador 28-23 a favor de los Bears, Hughes simplemente se desplomó sobre el terreno de juego y a unos pasos del legendario linebacker de los Bears, Dick Butkus, quien inmediatamente pidió ayuda.
Un coágulo de sangre se había formado en una de sus arterías. El personal médico de ambos equipos trabajó en conjunto para atender lo más pronto posible al jugador, quien abandonó el estadio en una ambulancia rumbo al hospital Henry Ford. Mientras los asistentes se quedaban sin habla por lo espantosa de la escena.
Las crónicas de aquella época relatan que el silencio era tan profundo que se podía escuchar la sirena de la ambulancia alejándose del inmueble mientras todos los aficionados estaban atónitos por lo sucedido.
El partido se reanudó en los últimos instantes que faltaban del encuentro, pero el público estaba en total silencio.
En punto de las 5:34 de aquella tarde de octubre, Hughes fue declarado muerto a los 28 años de edad.
Un examen post mortem dio a conocer que el receptor oriundo de Filadelfia, Pennsylvania sufría de arteriosclerosis avanzada lo que significa que una de sus arterias coronarias estaba bloqueada en casi el 75 por ciento. En la familia del jugador también había antecedentes de personas con enfermedades cardiacas.
Lo que se decretó al final, fue que una trombosis coronaria había acabado con la vida de Hughes. El jugador fue enterrado en San Antonio, Texas y todos sus compañeros en la organización de Detroit acudió a despedirlo.