El reloj j marcó las 00:00 horas en Cuernavaca. Un nuevo día estaba por iniciar entre rumores, incertidumbre y un silencio inusitado entre los protagonistas de la contienda electoral.
Fue José Luis Urióstegui Salgado, aspirante a la alcaldía capitalina por el PAN y PSD, quien se atrevió a romper el silencio.
Los resultados del PREP, muy incipientes entonces, marcaban una tendencia azulosa que fue reforzada con los reportes de las actas del 45% de las 520 casillas de la ciudad emitidos por los representantes del PAN. Éstas situaban a José Luis como el virtual ganador.
En su casa de campaña, ubicada en lo que fuera el emblemático Cine Olimpia, Urióstegui Salgado se mostró cauto en declararse ganador antes de tiempo.
Experiencias añejas rondaron su mente cuando en 2012 el propio candidato a la gubernatura Graco Ramírez lo declaró vencedor, cuando se postuló por primera vez a la alcaldía. Pero entonces los resultados de salida no le favorecían y la tendencia no cambió. A nueve años de distancia, Urióstegui Salgado cambió su historia.
Tuvo que pasar por otra elección, en 2018, cuando la aplastante mayoría de Morena lo dejó en tercer lugar de la contienda donde se registró como independiente.
Pero la tercera fue la vencida, como se dice coloquialmente, y Cuernavaca demostró de nueva cuenta el voto de castigo, el voto diferenciado, y para algunos, el voto razonado.
José Luis citó a los medios de comunicación para compartir las tendencias de salida en la votación más grande del estado y del país. Tan sólo en la entidad, la contienda tuvo a 23 partidos y hasta candidaturas independientes y el registro de más de 9 mil aspirantes a uno de los 244 puestos en disputa entre alcaldías, sindicaturas, regidurías, diputaciones locales y federales.
En Cuernavaca compitió con 18 aspirantes más, dos mujeres y 16 hombres, incluído el llamado “candidato oficial”, representado en la figura del sonorense Jorge Arturo Argüelles Victorero, registrado por la ultraderecha del PES en coalición con Morena y el Panal.
En la rueda de prensa conjunta del PAN y PSD, ninguno de los protagonistas se vistió con los colores o logotipos de los institutos políticos, quizá para refrendar o recordar que la candidatura de Urióstegui si bien estuvo respaldada por ambos partidos, no dejó de ser ciudadana.
En primera fila, su esposa y sus hijas daban ánimos al candidato, ya para entonces con el dejo de cansancio de la extenuada jornada, y 45 días de campaña, pero con la voz entrecortada por la emoción.
“La gente está molesta y lo demostró en las urnas, esta gran ciudad exige muchos resultados y estoy a la altura para darlos”, dijo convencido.
Y le tomó la palabra al gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo, quien por la tarde del domingo, en un acto de civilidad, emitió un mensaje en video en el que pidió dejar de lado las diferencias que se manifestaron durante el proceso electoral.
“Me sumo a esa manifestación del gobernador y la invitó a que una vez que la autoridad electoral haga oficial el resultado, tengamos una reunión para empezar a trabajar por Cuernavaca”, fue mensaje con el que reviró.
Bienvenidas las coincidencias, la reconciliación y la suma de esfuerzos porque Cuernavaca lo requiere con urgencia, fueron las palabras con las que terminó.