Doña Esther Botello es una mujer que casi alcanza los 90 años, quien observa emocionada desde su silla de ruedas a sus compañeros del mercado de la Carolina, ubicado a pocos pasos del centro histórico de Cuernavaca, mientras son nombrados para recibir su reconocimiento como fundadores del centro comercial.
El Museo de la Ciudad enmarca el acto oficial que reunió a las y los iniciadores de los mercados locales, entre ellos doña Esther.
La mujer, oriunda de Buenavista de Cuéllar, Guerrero, un municipio situado en los linderos con Morelos, llegó a la ciudad de la eterna primavera cuando tenía unos 30 años.
Amigos de la familia le dieron cobijo y la forma de encontrar un sustento le ofrecieron un local en el entonces incipiente mercado de “la Carola”, una de las colonias populares más antiguas de la capital morelense.
“El administrador me dijo usted ya no se va para Guerrero” usted ya es del mercado, y desde entonces hice propia esa frase, yo soy del mercado y no me avergüenzo, por el contrario, estoy muy orgullosa de haber pasado toda mi vida en ese lugar desde 1968 hasta que ya no pude continuar trabajando”, aclara.
La señora Botello, como la mayoría se refiere a ella, recuerda que quería poner una tienda de abarrotes pero el administrador del lugar le dijo, “no, Esther, tu giro será de miscelánea, para que puedas vender de todo, si quieres vender medio kilo de azúcar o un bulto podrás hacerlo” y fue el que me ayudó a salir adelante, comentó.
Las décadas pasaron e hicieron estragos en la fortaleza física de Esther pero no en su espíritu, quien a sus casi 90 años sigue impulsando la vendimia en el mercado “Narciso Mendoza”, cuyo nombre casi todo mundo ignora porque la referencia es la Carolina o la Carola, colonia popular que busca resarcir los índices de la violencia que padece con el rescate del sentido de pertenencia.