MADRES, LAS MÁS RECORDADAS EN DÍA DE MUERTOS

MADRES, LAS MÁS RECORDADAS EN DÍA DE MUERTOS

“A ti que me diste tu vida, tu amor y tu espacio” dice la canción que hace décadas hizo famosa la brasileña Denisse de Kalafe y que es tema obligado para quienes acuden este 2 de noviembre al panteón a recordar a sus seres queridos, en una de las fiestas más grandes en el país y gran parte de Latinoamérica.

La figura de la madre es la que más extraña, la que más se siente, la que más se recuerda y la que más se llora, cuenta Ariel González, un joven músico que sentado en la fuente que flanquea la entrada principal del panteón de La Leona de Cuernavaca espera paciente a un amigo para cantarle a su madre fallecida.

La canción que más nos piden es Amor eterno, luego Señora señora, Mi cariñito y en menor medida Mi viejo.

Ariel es un hombre que se dedica a la música hace ya algunos años. La primera vez que cantó en los panteones para alguna familia, tardó más de una hora para que lo contrataran y eso entristeció a su hija, que en ese entonces era una niña y que lo acompañaba con el pandero.

Nadie nos quiere contratar, papá, dijo, pero teníamos fe que nos iría bien. Pronto el sentimentalismo se hizo presente entre los asiduos al panteón y los contrataron no una, varias veces y con ello su actividad se volvió redituable, porque al día saca por lo menos 500 pesos y dependiendo de lo que pida el cliente.

A veces nos piden solo una canción que cuesta 40 pesos, pero luego la gente se pica y pide otra y otra y el costo baja a tres canciones por 100 pesos, cuanta Ariel, quien tiene un trato amable con quien habla con él.

Pocos minutos pasan para que llegue su amigo, en compañía de su familia. Se dirigen a la tumba de la madre y canta entonces Hermoso cariño, con tal sentimiento que más de un parroquiano que pasa por ahí se une al canto.

La canción que hiciera tan famosa Vicente Fernández se empieza a distorsionar al fusionarse con los acordes del son del chinelo; la gente alza la cabeza un tanto extrañada porque en el panteón, en el Día de Muertos, hay mariachi, tríos, banda, conjuntos de tololoche y acordeón, pero ¿son del Chinelo?.


Queriendo o no, varios de los asiduos empiezan a mover los hombros y los pies con el pegajoso ritmo que proviene de la parte norte del histórico panteón.

Un cortejo fúnebre ha dejado el cuerpo en su última morada, es el del doctor Guillermo Puebla, un reconocido galeno en el municipio de Jiutepec quien perdió la vida en un accidente.

La escena es contrastante, varios de los asiduos al entierro bailan con ánimo y corean la famosa estrofa “con los chinelos yo quiero bailar” mientras a unos cuantos pasos, familiares, amigos y colegas enjugan sus lágrimas por la pérdida del ser querido, a quien le cumplieron su última voluntad: a mí que me entierren con chinelos y así fue.


Pero también las notas se pierden en el extenso terreno del panteón que se ve pleno, hermoso colorido por las flores, las familias reunidas para convivir, contar anécdotas, llorar, cantar, rezar, en espera de mantener el recuerdo de aquellos que se nos adelantaron y que este día llegan a las casas, a los panteones, pero sobre todo a los corazones de quienes mantienen viva la tradición.

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