El bostezo puede ser un comportamiento contagioso que se dispara simplemente por ver a otra persona hacerlo.
Investigaciones previas sobre comportamientos socialmente contagiosos han apoyado y rechazado la idea de que sentir la necesidad de bostezar o rascarse cuando otros lo hacen está vinculado a nuestro sentido de empatía.
Los investigadores dijeron que una mejor comprensión de la biología involucrada en el bostezo contagioso podría en última instancia, arrojar luz sobre enfermedades como la esquizofrenia o el autismo. Aún no se comprende bien por qué ciertas personas son más aptos a los bostezos contagiosos. Investigaciones anteriores, incluidos estudios de neuroimagen, han demostrado una relación entre el bostezo contagioso y la empatía, o la capacidad de reconocer o comprender las emociones de otra persona. Otros estudios han mostrado correlaciones entre el bostezo contagioso y la inteligencia o la hora del día.
Debido a que la mayor parte de la variación en el bostezo contagioso permanece sin explicación, los investigadores ahora están buscando ver si existen influencias genéticas que contribuyan al bostezo contagioso. Su objetivo a largo plazo al caracterizar la variabilidad en el bostezo contagioso es comprender mejor las enfermedades humanas como la esquizofrenia y el autismo, así como el funcionamiento humano en general, mediante la identificación de la base genética de este rasgo.