Llego el día de hablar de la artista mexicana más famosa de todos los tiempos.
La verdad hablar de Frida Kahlo ya es un cliché y seguramente somos muchos los que compartimos la idea de que ya la traemos super atravezada y que no nos fascina su obra. Pero en lo personal el contexto de su vida sin duda me asombra y tiene toda mi admiración.
Vamos a empezar con la fama que la sociedad le ha dado, me atrevo a decir qué hasta de cierta manera se le ha impuesto con un fin de consumismo.
Empezamos desde la funda del celular, las miles de colecciones de ropa inspiradas en ella, portadas de revistas internacionales, tenis, playeras, tazas, una innumerable cantidad de libros, esculturas gigantes, el billete mexicano de $500 y si, hasta una licenciatura avalada por la SEP y el INBA de Frida Kahlo se ha propuesto. Podríamos seguir pero vamos al punto.
El sufrimiento de Frida empezó desde pequeña cuando enfermá de Poliomielitis causándole dolores y falta de movilidad en sus piernas. Después esta el trágico accidente donde se fractura la columna en tres partes, las costillas, la cadera, la clavícula, la pierna en once partes y un fierro la atraviesa prácticamente a la mitad. Kahlo no solo sufrió físicamente, también estuvo envuelta en constate e intenso sufrimiento emocional por su relación con Diego Rivera.
Creían que yo era surrealista, pero no lo era. Nunca pinté mis sueños; pinté mi realidad.”
Frida Kahlo
La admiración por esta mujer nace a a partir de todo este dolor con el que creo su arte que posee un sello personal en técnica y sentimiento. Dejo un legado representando los momentos más caóticos que hablan por sí solos de lo que fue su vida día a día.
Que si el bigote, que si la uniceja…la realidad es que es tan famosa por que como sociedad encontramos placer en consumir algo con lo que nos identifiquemos o admiremos ya sea de manera consiente o inconsciente.